Es imposible precisar la edad exacta de el Yoga, se sabe que sus técnicas cuentan con más de 5000 años de antigüedad. A pesar de los años, se mantiene cada vez más vigente en la medida en que la ciencia profundiza en el estudio de sus técnicas, comprobando su eficacia y el beneficio que aporta a la salud y al bienestar del individuo.
El Yoga arte milenario que etimológicamente significa Unión.
Unión con el Universo.
El arte del Yoga se ha trasladado a Occidente; pero, ¿cómo se traslada?. Se traslada adaptándose a las culturas occidentales y por la necesidad de Yoga en esta parte del
mundo.
En otro contexto el Yoga se ha transformado, por eso también es que le llaman arte, pues lo consideran creativo, abierto a cambios, que se adecua a las necesidades de las personas; de allí su importancia y los notorios beneficios de su práctica.
El Yoga es el conjunto de técnicas psicofísicas destinadas a mantener y prolongar en optimas condiciones la salud y el bienestar del cuerpo físico, permitiendo un control armonioso del cuerpo, la mente y los sentidos.
En una sesión de Yoga, que dura aproximadamente una hora, son impartidas varias técnicas científicamente estudiadas. Están constituidas de: Asanas (posturas corporales fijas), Pranayama (Ejercicios respiratorios), el Yoga Nidra (Conjunto de técnicas de relax).
EL YOGA EN GENERAL
Hablar de Yoga en general resulta bastante difícil (si no imposible en casos) ya que al hablar de lo que implica esta disciplina estaremos hablando inevitablemente de lo que una corriente determinada entiende que es. Este hecho pasa muchas veces inadvertido para quien, al leer un texto cualquiera, cree entender lo que es el yoga como disciplina, sin tener en cuenta que los textos son escritos por personas que pertenecen a una corriente o grupo determinados.
Es importante comprender que todos los textos (por objetivos que pretendan ser) siempre representan la opinión o la investigación de una persona o grupo. Con esto no se quiere decir que no tengan validez, sino que debemos ver este trabajo como el fruto de un árbol y entender que no es posible conocer ese árbol simplemente a través de uno de sus frutos.
Para definir esta actividad (el yoga), nos sentimos en alguna medida impulsados a aclarar que no es una religión, ni un deporte, ni mucho menos una forma de terapia alternativa. Esto lo hacemos sin negar la existencia de grupos que, en su acercamiento a lo espiritual, linden o se confundan con lo religioso. Y, por otra parte, la existencia de todo un movimiento organizado para la difusión de la actividad desde el punto de vista artístico o deportivo, basándose en el grado de destreza logrado por sus ejecutantes. Ni tampoco el hecho de que gracias a esta actividad es posible superar muchas dolencias, problemas y afecciones de distinta índole. Si destacamos estos tres aspectos es porque en alguna medida han sido los más difundidos o cuestionados de la disciplina.
El yoga trasciende estos hechos puntuales y nos brinda elementos para superarnos en distintas áreas, sin importar nuestra edad o condición física. En una sesión práctica, los límites estarán siempre en cada ejecutante, por esto no hay condiciones para la práctica. Es una actividad que se adapta a cualquier persona.
A menudo la gente se sorprende de sus propias capacidades; se van descubriendo y viendo que con trabajo sus “imposibilidades” van disminuyendo. La práctica sostenida de el yoga permite descubrir las aptitudes que cada uno posee. La vida sedentaria nos va “atrofiando”, nos reduce la movilidad articular, nos hace perder el tono muscular y además nos corta otros grupos musculares, impidiéndonos realizar algunas actividades. Por otra parte, nos conduce a acumular grasa en distintos lugares, estas características representan una amenas para nuestra salud y no sólo para nuestra estética.
En el orden espiritual, ¿la práctica sirve para vivir más tranquilo y en paz?. Existe el estereotipo de que el practicante de el yoga es un ser completamente impasible, inalterable, casi un santo. Pero es sólo un estereotipo que quizás se adapte a alguna persona. Generalmente, en occidente el practicante se enoja y reacciona como cualquiera, salvo que lo reprima (y en oriente muchas veces también). La diferencia está en la capacidad de recuperarse, de “desengancharse” del problema, en no quedar apegado a una situación que te agrede o que te pone agresivo. Los practicantes son tan pecadores o tan santos como cualquiera.
Esta es una actividad que brinda una serie de técnicas psicofísicas que están orientadas a una mejor calidad de vida y a lograr que tu seas tu mismo. Esta es la forma de encontrar el equilibrio encontrándose a uno mismo.
El Yoga es una disciplina que nos permite trascender lo que somos, descubrir nuestras capacidades y arribar a otros estados de existencia. Nos ayuda a superar nuestras neurosis, nuestras depresiones, nuestras ansiedades o al menos coexistir pacíficamente con ellas. Nos sirve para mejorarnos en lo mejorable y aceptarnos en lo que somos. Pero lo más importante es que nos ayuda a comprender que esto que somos ahora es el resultado de lo que hemos sido hasta el momento.
El Yoga, etimológicamente significa unión, con la práctica constante somos capaces de comprender y sentir que somos uno, recobramos esa “unicidad”. Podemos preguntarnos cómo es posible recobrar algo que nos perdimos.
Esta actividad tiene una magia muy especial, que para muchos pasa inadvertida. Pero esa magia no se vende ni se compra, ni siquiera se enseña, pero puede ser aprendida. Y volvemos a la paradoja: ¿cómo puede aprenderse el yoga que es algo que no puede ser enseñado?. Muy sencillo, con práctica orientada, pero práctica al fin. En una habitación a oscuras podemos encender la luz, pero no podemos ver por los demás. Esta es una experiencia única e irrepetible de cada individuo y, a demás de ser intransferible, en su propia elección.
El trabajo del “despertar”, como decía Buddha, es propio de cada uno y no se puede transmitir racionalmente. No siempre los mismos caminos conducen a todos al mismo lugar. Esto es importante comprenderlo para no engañarse con el yoga. Muchas veces es posible caer en las redes del “maya” de la ilusión. Cuando se transita por caminos espirituales, es posible caer en peligrosos juegos de “santidad”, de sentirse dueños únicos de la verdad, y con mayor evolución o “altura espiritual” que el común de los mortales.
El Yoga arte milenario que etimológicamente significa Unión.
Unión con el Universo.
El arte del Yoga se ha trasladado a Occidente; pero, ¿cómo se traslada?. Se traslada adaptándose a las culturas occidentales y por la necesidad de Yoga en esta parte del
mundo.
En otro contexto el Yoga se ha transformado, por eso también es que le llaman arte, pues lo consideran creativo, abierto a cambios, que se adecua a las necesidades de las personas; de allí su importancia y los notorios beneficios de su práctica.
El Yoga es el conjunto de técnicas psicofísicas destinadas a mantener y prolongar en optimas condiciones la salud y el bienestar del cuerpo físico, permitiendo un control armonioso del cuerpo, la mente y los sentidos.
En una sesión de Yoga, que dura aproximadamente una hora, son impartidas varias técnicas científicamente estudiadas. Están constituidas de: Asanas (posturas corporales fijas), Pranayama (Ejercicios respiratorios), el Yoga Nidra (Conjunto de técnicas de relax).
EL YOGA EN GENERAL
Hablar de Yoga en general resulta bastante difícil (si no imposible en casos) ya que al hablar de lo que implica esta disciplina estaremos hablando inevitablemente de lo que una corriente determinada entiende que es. Este hecho pasa muchas veces inadvertido para quien, al leer un texto cualquiera, cree entender lo que es el yoga como disciplina, sin tener en cuenta que los textos son escritos por personas que pertenecen a una corriente o grupo determinados.
Es importante comprender que todos los textos (por objetivos que pretendan ser) siempre representan la opinión o la investigación de una persona o grupo. Con esto no se quiere decir que no tengan validez, sino que debemos ver este trabajo como el fruto de un árbol y entender que no es posible conocer ese árbol simplemente a través de uno de sus frutos.
Para definir esta actividad (el yoga), nos sentimos en alguna medida impulsados a aclarar que no es una religión, ni un deporte, ni mucho menos una forma de terapia alternativa. Esto lo hacemos sin negar la existencia de grupos que, en su acercamiento a lo espiritual, linden o se confundan con lo religioso. Y, por otra parte, la existencia de todo un movimiento organizado para la difusión de la actividad desde el punto de vista artístico o deportivo, basándose en el grado de destreza logrado por sus ejecutantes. Ni tampoco el hecho de que gracias a esta actividad es posible superar muchas dolencias, problemas y afecciones de distinta índole. Si destacamos estos tres aspectos es porque en alguna medida han sido los más difundidos o cuestionados de la disciplina.
El yoga trasciende estos hechos puntuales y nos brinda elementos para superarnos en distintas áreas, sin importar nuestra edad o condición física. En una sesión práctica, los límites estarán siempre en cada ejecutante, por esto no hay condiciones para la práctica. Es una actividad que se adapta a cualquier persona.
A menudo la gente se sorprende de sus propias capacidades; se van descubriendo y viendo que con trabajo sus “imposibilidades” van disminuyendo. La práctica sostenida de el yoga permite descubrir las aptitudes que cada uno posee. La vida sedentaria nos va “atrofiando”, nos reduce la movilidad articular, nos hace perder el tono muscular y además nos corta otros grupos musculares, impidiéndonos realizar algunas actividades. Por otra parte, nos conduce a acumular grasa en distintos lugares, estas características representan una amenas para nuestra salud y no sólo para nuestra estética.
En el orden espiritual, ¿la práctica sirve para vivir más tranquilo y en paz?. Existe el estereotipo de que el practicante de el yoga es un ser completamente impasible, inalterable, casi un santo. Pero es sólo un estereotipo que quizás se adapte a alguna persona. Generalmente, en occidente el practicante se enoja y reacciona como cualquiera, salvo que lo reprima (y en oriente muchas veces también). La diferencia está en la capacidad de recuperarse, de “desengancharse” del problema, en no quedar apegado a una situación que te agrede o que te pone agresivo. Los practicantes son tan pecadores o tan santos como cualquiera.
Esta es una actividad que brinda una serie de técnicas psicofísicas que están orientadas a una mejor calidad de vida y a lograr que tu seas tu mismo. Esta es la forma de encontrar el equilibrio encontrándose a uno mismo.
El Yoga es una disciplina que nos permite trascender lo que somos, descubrir nuestras capacidades y arribar a otros estados de existencia. Nos ayuda a superar nuestras neurosis, nuestras depresiones, nuestras ansiedades o al menos coexistir pacíficamente con ellas. Nos sirve para mejorarnos en lo mejorable y aceptarnos en lo que somos. Pero lo más importante es que nos ayuda a comprender que esto que somos ahora es el resultado de lo que hemos sido hasta el momento.
El Yoga, etimológicamente significa unión, con la práctica constante somos capaces de comprender y sentir que somos uno, recobramos esa “unicidad”. Podemos preguntarnos cómo es posible recobrar algo que nos perdimos.
Esta actividad tiene una magia muy especial, que para muchos pasa inadvertida. Pero esa magia no se vende ni se compra, ni siquiera se enseña, pero puede ser aprendida. Y volvemos a la paradoja: ¿cómo puede aprenderse el yoga que es algo que no puede ser enseñado?. Muy sencillo, con práctica orientada, pero práctica al fin. En una habitación a oscuras podemos encender la luz, pero no podemos ver por los demás. Esta es una experiencia única e irrepetible de cada individuo y, a demás de ser intransferible, en su propia elección.
El trabajo del “despertar”, como decía Buddha, es propio de cada uno y no se puede transmitir racionalmente. No siempre los mismos caminos conducen a todos al mismo lugar. Esto es importante comprenderlo para no engañarse con el yoga. Muchas veces es posible caer en las redes del “maya” de la ilusión. Cuando se transita por caminos espirituales, es posible caer en peligrosos juegos de “santidad”, de sentirse dueños únicos de la verdad, y con mayor evolución o “altura espiritual” que el común de los mortales.
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